Sí amigos, metafóricamente esto es lo que ocurre en mi universidad. El otro día al salir de clase, nos encontramos en uno de los ascensores de carga/discapacitados/y gente muyyyyyy vaga una buena dotación del mobiliario de oficina del campus de Leioa. Entre la "basura" pudimos encontrar sillas giratorias, archivadores, cajoneras o estanterías. Sólo quedaban las "sobras" de un rico botín: gente más avispada ya había arramplado con ordenadores, televisores y ¡la antigua silla de cuero del rector nada menos!.
Y es que nuestra profesora de gestión pública ya nos había alertado de que cosas así podrían suceder (el curso pasado pude ver yo mismo en un almacén, apilados cual sacos de harina, más de medio centenar de ordenadores MAC -eran esos que no tienen torre, que sólo son el monitor-). A los distintos niveles de Administración les resulta casi tarea imposible el poder vender lo que ya no utilizan o quieren retirar. No es tarea fácil debido a las autorizaciones y justificaciones que tienen que acreditar por la realización de dichas labores (a ver cómo explica el funcionario de turno que su nivel departamental ha conseguido más beneficio que gasto generado al ciudadano). No deja de ser una paradoja, puesto que más tarde ese dinero recaudado también podría ser destinado al pagador de tasas e impuestos, pero así funciona nuestra Administración señores.
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